ARQUITECTOS EN IBIZA. RICARDO BOFILL

 

«Nomade, je suis devenu un nomade«.

(Espaces d´un vie)

 

 

 

CASA DE VERANO EN CALA NOVA

 

Viajero incansable y asiduo a la isla desde su adolescencia, realizó su primer proyecto en Ibiza. Una pequeña casa de vacaciones, muy orgánica, con la que descubrió la arquitectura vernácula de la isla.

 

 

Photography. RBTA.

Text by @dosmares_ibiza and Daniel Foraster

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Ricardo Bofill Levi, arquitecto barcelonés nacido en 1939, fundó un grupo heterogéneo integrado por arquitectos, ingenieros, sociólogos y filósofos de distintas nacionalidades, sentando las bases de lo que hoy es el Ricardo Bofill. Taller de Arquitectura.

A lo largo de cuarenta años han realizado proyectos de toda índole: de diseño urbano, arquitectura, diseños de parques y jardines, y diseño de interiores. Además, con este equipo, Bofill abordó proyectos de diversa naturaleza en diferentes partes del mundo, adaptándolos a las realidades culturales de cada lugar. En 1978 abrió un segundo despacho en París.

Su primer proyecto fue una pequeña casa de vacaciones en ibiza, una casa orgánica de gruesas paredes curvas y pequeñas ventanas que capturaban el «genius locii«, la idiosincrasia, del lugar.

A continuación realizó otros proyectos, fundamentalmente en Barcelona, como el Walden 7, el Hotel Wl. la terminal T1 del Aeropuerto de Barcelona, el Teatre Nacional de Catalunya, etc. Y muchos otros en diferentes puntos del planeta en los que respetó siempre la arquitectura local como en Francia, Argelia, África Central, Rusia, India, China, Japón, Estados Unidos…

«Se nos solicitó diseñar una casa que formara parte integral del paisaje, sin romper con la tradición arquitectónica local. Teniendo en cuenta que la arquitectura vernácula en Ibiza era la respuesta más clara y más directa a las necesidades vitales de los ibicencos, intentamos responder con la misma expresión arquitectónica a otra serie de necesidades. Tratamos de comprender la esencia de la arquitectura tradicional ibicenca, la forma en que su gente, su clima, su paisaje, sus materiales interactúan para crear esta expresión arquitectónica.

Respetando el “genius loci” diseñamos una casa donde se intentó modular cada uno de los espacios;  a pesar del espacio delimitado por sus paredes exteriores, el equipo de diseño se inspiró en todo momento en la relación entre el espacio interior y exterior. La intención del equipo era modular cada uno de los ambientes interiores de la casa y su correlación con el exterior, con el fin de contrarrestar el efecto estático de las fachadas».

La fascinación por lo local se combina con un estilo internacional orgánico, expresado mediante gruesas paredes curvas, perforadas por ventanas pequeñas. El equipo puso especial atención en las fachadas para modular orgánicamente la envoltura exterior de la casa. El interior es austero y mágicamente sobrio.

«El programa de esta casa unifamiliar debía cumplir la doble función de alojar en un momento dado a una sola persona, y en otras circunstancias, a una serie de invitados. El equipo resolvió este problema mediante la creación de dos núcleos independientes que comparten la cocina. Los dos núcleos están completamente separados, pero están conectados por un pórtico abierto cubierto, de modo que la casa pueda funcionar de modo homogéneo, ya sea parcial o totalmente«

Fue su estudio, despacho y vivienda, una antigua fábrica de cemento que lo sedujo por las contradicciones, por la ambigüedad de un espacio que había sufrido una serie de ampliaciones a medida que las distintas cadenas de producción lo requerían.

De este modo creó un lugar polifuncional en el que quiso mantener su esencia surrealista y, como en un cuadro de Escher, hay escaleras que no conducen a ningún sitio. En palabras del propio Bofill se caracteriza por su abstracción, «en sus volúmenes puros, que aparecen muchas veces rotos» y por su brutalismo, «en el tratamiento abrupto y las cualidades escultóricas de los materiales«

Fue uno de sus primeros proyectos más emblemáticos y controvertidos. Un edificio destinado a la vivienda social con el que, con un presupuesto inusual, quiso dar solución a los problemas en las ciudades y crear un lugar que estimulara la actividad de una comunidad dentro del espacio público.

El edificio fue concebido como una kasbah vertical y contrasta con la mediocridad de su entorno, estimulando así la vida comunitaria en su interior. Este edificio residencial incluye 446 apartamentos distribuidos en catorce plantas y agrupados en torno a cinco patios; además de dos piscinas en la azotea. Cada apartamento tiene vistas tanto al exterior como a los patios interiores. Se caracteriza también por tener un complejo sistema de puentes y balcones en diferentes niveles que facilitan el acceso a las plantas, ofreciendo así una fantástica variedad de paisajes.

 

Ricardo Bofill buscaba una manera transformar la sociedad a través de la arquitectura, del espacio habitado como un lugar dedicado a la transformación personal. De este modo, daba la oportunidad a sistemas y maneras de habitar espacios fuera de la ortodoxia de la burguesía de la época, transgrediendo las clásicas normas urbanísticas y arquitectónicas a las que opuso diversas lecturas en el ámbito público y privado.

Tras su fallecimiento, en enero de 2022, la actividad de su Taller de Arquitectura continúa de la mano de sus hijos Ricardo Emilio y Pablo.